Tradicionalmente, el trading en mercados financieros se ha visto como algo complejo y lejano para la gran mayoría de los mortales. Para nuestros padres, comprar o vender activos financieros era un proceso complejo y que debían realizar a través de su entidad bancaria, y aplicando comisiones estratosféricas.

El trading siempre estuvo ahí. Lo hemos visto en mil películas: esos señores trajeados y estresadísimos que compraban y vendían a limpio grito y teléfono en mano en las Bolsas más importantes del mundo. Pero hubo un tiempo en el que eran solo eso: películas. El trading era una actividad exclusiva de empresas y personas poderosas y con un alto grado de conocimiento.

Con la llegada de los teléfonos móviles y las tarifas planas de internet, muchas personas interesadas por el movimiento de sus acciones bursátiles favoritas, descubrieron que podían seguir la evolución de todas esas empresas minuto a minuto. En ese momento, el trading se convirtió en un recurso al alcance de todos.

Las escuelas de formación de traders e inversores acercaron los mercados a cualquier persona que, de forma sencilla y con comisiones muy económicas, ahora podía hacer trading desde el móvil, algo que hace unos años hubiera sido absolutamente inimaginable.

¿Cuál será el siguiente paso?

Es difícil saberlo. En un mundo controlado por la tecnología y las máquinas algorítmicas, el trading se convierte en un recurso imprescindible para quien quiera rentabilizar su dinero a corto plazo. Llegará un momento en el que quizás esa inteligencia artificial invertirá por nosotros. Pero no hemos llegado a ese punto, y por el momento deberemos seguir tomando decisiones de inversión por nosotros mismos a través de las plataformas y apps de trading que cientos de brokers alrededor del mundo nos ofrecen.